Osmos es otro de esos juegos indie que salió el año pasado que sorprendieron al público. Si he de definirlo por género, lo llamaría un juego que combina estrategia y acertijos, pero Osmos hila una experiencia que es más amplia que esas categorías. Osmos es otro juego increíblemente imaginativo, el producto de unos desarrolladores indie que no tienen ninguna limitación creativa o preocupación comercial. La mecánica de éste juego es simple pero profundo, como aquellos títulos que atraen más mi atención, lo cual debo suponer han notado. Pues bien, para describir de que trata Osmos en las más breves palabras, diré lo siguiente: En Osmos, eres un organismo compuesto de una sola célula.
Sí, una célula, sola en un mundo, flotando en medio de de muchas otras que pueden absorberla sin mucho esfuerzo. La idea central es crecer hasta que eres el organismo más grande, absorbiendo otros organismos que te encuentres. Para hacerlo, te mueves eyectando parte de tu masa en la dirección opuesta, acorde con los principios de la física Newtoniana. Es más simple de lo que suena, solo apuntas en la dirección opuesta, presionas el botón, y te mueves. Pero aquí hay inercia, hay masa.
Osmos es uno de esos juegos que te hace pensar sobre cosas muy simples, mezclando acción y reacción, tratando de esquivar los organismos más grandes que tú, mientras absorbes los más grandes. Y, en este caso, no es tan simple como parece. Paradójicamente, Osmos es relajante pero dinámico, rápido pero sin afanes. Por más extraño que parezca, esta combinación de elementos se sostiene. Buenos gráficos, buena banda sonora, Osmos ofrece bastante al jugador. Éste es un ejemplo de lo que los juegos indie pueden lograr, como otros títulos de este calibre y creatividad. Si te gustan los desafíos inteligentes, no te arrepentirás si pruebas Osmos. ¡Adelante!
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