Normalmente cuando la gente oye de hablar de la existencia de una escena indie de videojuegos, lo primero que se le pasa por la cabeza son todo tipo de conceptos bizarros y estilos visuales pintorescos que se alejan del estilo o la jugabilidad de los juegos tradicionales que puedes encontrar en las tiendas. Esto no siempre es así. Hay juegos indie bastante similares a los tradicionales, salvando las distancias. De géneros bastante clásicos como juegos de rol, puzzles o arcades, y con estilos visuales que pese a ser por lo general más pobres que sus versiones de 60 euros para consola, se asimilan bastante a estos. Y luego hay juegos como Gish, donde uno ve plenamente reflejado el significado y el sentido de lo que significa el no depender del mercado ni de un distribuidor que te diga cómo tienes que hacer tu juego.
«Gish no es el típico héroe, de hecho no esl típico nada. Verás, Gish es una bola de alquitrán.»
En esa premisa se basa toda la experiencia de juego de Gish, donde deberás encarnar a este particular personaje y adentrarte en lo más profundo de la Tierra buscando a tu novia Brea, que ha sido capturada mientras paseábais. Sin embargo, lo más peculiar de Gish no es su extravagante historia sino su concepto de juego.
Estamos ante un juego de plataformas, pero ahí es donde acaba lo que uno puede dar por supuesto cuando hablamos de este título. Para empezar, cuenta con un excelente motor de físicas y de iluminación que permiten crear todo tipo de partes de escenarios móviles o destructibles. Unido a un muy buen diseño de escenarios y al hecho de que, como bola de alquitrán que eres, tendrás todo tipo de habilidades como saltar, hacerte más denso o viscoso o trepar por las paredes; hacen que jugar a Gish sea totalmente diferente a cualquier otro plataformas que hayas probado hasta ahora.
Además Gish cuenta con una serie de minijuegos desbloqueables para dos jugadores como un Sumo donde debes lanzar al otro jugador (otra bola de alquitrán) fuera de la tambaleante tarima. Genial para echarse unas risas con un amigo. Otra mejora que añadieron los creadores, Chronic Logic, es un editor de niveles para que cualquiera puede hacerse fases a medida con la intención de exprimir al máximo las habilidades gelatinosas de nuestro héroe.
En cuanto a las pegas, lo único que le achacaría al juego es que peca de tener una interfaz gráfica poco trabajada y que a veces pueda resultar frustante el control del personaje hasta que se le coge el tranquillo.
Para acabar, como creo que Gish es uno de esos juegos que hay que ver en movimiento para apreciar plenamente, os sugiero que veáis este video de por si todavía no estáis del todo convencidos de que vale la pena probarlo.
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